Crítica de ‘Hacia el lago’: El apocalipsis epidémico

Un año después de su lanzamiento, Netflix estrenó en su plataforma una serie rusa capaz de enganchar desde el principio y, a pesar de que su premisa no es novedosa, tiene fuerza e identidad propia. En esta crítica de ‘Hacia el lago’, te contamos más detalles (sin spoilers).

Una enfermedad que resulta familiar

La serie está ambientada en una realidad que, si bien forma parte de la ficción, se parece un tanto a nuestra actualidad. Claro está, la enfermedad que se propaga en este show es tan contagiosa como mortal y, no solo representa una amenaza para la salud y la economía, sino también para la vida en sociedad.

‘Hacia el lago’ se vale de una crisis para revelar la cara más oscura de sus personajes, pero también la cara más noble de algunos. Retrata la fragilidad de la civilización ante el caos y el miedo a la muerte, la complejidad de las relaciones interpersonales y la diversidad de las emociones humanas.

Crítica de Hacia el lago, serie rusa en Netflix

Aunque Rusia es el escenario, las verdades de esta historia son universales. Se trata de una serie lúcida y reveladora que da cuenta de la naturaleza humana. La enfermedad, el miedo y la necesidad de sobrevivir no son los únicos protagonistas. También tienen lugar los deseos perversos, la crueldad y el egoísmo. Cuando se acerca el final o tenemos la sensación de que se aproxima, la maldad y la bondad salen a flote, cada una en su máxima expresión.

La humanidad en peligro

En esta serie no importa tanto el origen de la enfermedad o la cura, como las consecuencias que esta desata en la sociedad. En este sentido nos recuerda a las primeras temporadas de ‘The Walking Dead’. La humanidad está en peligro, pero no solo porque la muerte aguarda, sino porque la civilización parece cosa del pasado. La deshumanización se escuda en la supervivencia o simplemente tiene lugar porque ya no son «necesarias» las apariencias, los modales o las buenas costumbres.

‘Hacia el lago’ también retrata el amor de los padres, la complejidad de las relaciones amorosas, la rebeldía adolescente, la necesidad de proteger a los seres queridos, el compromiso con una causa o un bien mayor, los dilemas morales en medio de situaciones que llevan a sus personajes a situaciones impensadas o a cometer actos cuestionables para sobrevivir.

Por si fuera poco, la serie tiene buen ritmo y los personajes principales están bien construidos. Estos no solo sufren por las nuevas y fatídicas circunstancias, también por conflictos personales que los definen y diferencian.

Los momentos de tensión abundan, pero también existen momentos de humor y algunos instantes de calma. Aunque el sosiego siempre dura poco. Por otro lado, la historia queda abierta y necesitamos una segunda temporada, una que aún no ha sido confirmada.