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Crítica de ‘Gambito de Dama’: El ajedrez como pasión universal

En el mes donde los ojos estaban puestos sobre ‘La Maldición de Bly Manor‘, se coló esta miniserie de Netflix y no solo se ha convertido en lo mejor de octubre (a pesar de la calidad de Bly Manor ); sino también en una de las mejores series del año. En esta crítica de ‘Gambito de Dama’ te contamos más, sin spoilers.

¿De qué va ‘Gambito de Dama’?

Serie ambientada en los años cincuenta y sesenta. Gira en torno a Beth Harmon, una huérfana talentosa para el ajedrez que buscará convertirse en la mejor jugadora del mundo, mientras lucha con sus propios demonios: las adicciones.

‘Gambito de Dama’: una miniserie para enmarcar

Cuando una serie acierta con su narrativa, sus interpretaciones, su dirección y su ritmo, está felizmente condenada al éxito. Y si además ofrece una historia redonda donde el principio y el final están conectados y donde no se idealiza a su protagonista, aunque esta sea excepcional en algunos aspectos, los resultados son envidiables.

Gambito de Dama es una miniserie cautivadora y adictiva. Su historia es tan sólida como posible y sus personajes brillan con luz propia, sobre todo la protagonista (Anya Taylor-Joy).

Ella encarna a un personaje lleno de matices, uno con la fuerza necesaria para llevar el peso de la historia y la facultad para transmitir diversas emociones. Un personaje difícil de olvidar, capaz de conmover a propios y extraños y admirable en muchos aspectos.

Gambito de Dama ofrece siete episodios que cuentan lo necesario. Su historia nunca se torna monótona y logra captar lo complejo que puede resultar la existencia, sobre todo cuando el duelo y la soledad hacen acto de presencia.

Otros temas como la amistad, las adicciones, la infancia, las pasiones, entre otros; son abordados con inteligencia y emotividad, sin recurrir a herramientas tramposas o efectistas.

Crítica de Gambito de Dama

‘Gambito de Dama’ y la pasión por el juego

«Es todo un mundo en 64 fichas. Me siento segura ahí dentro. Puedo controlarlo, dominarlo y es predecible»

Beth Harmon descubre su talento para el ajedrez durante la infancia, una época marcada por la perdida. Este juego, además de vocación o pasatiempo, también funge como ancla para la protagonista, como un lugar seguro, un sitio alejado del sufrimiento y las malas noticias.

Sin embargo, la narrativa de Gambito de Dama no depende de la simpatía que el ajedrez pueda generar en el público. La historia es capaz de hacer ecos en los espectadores, aunque estos desconozcan las reglas del juego. Claro está, los aficionados a este «deporte mental» probablemente disfrutarán más la serie.

Cabe destacar que el ajedrez funciona como metáfora de aquello que apasiona a los seres humanos. Es mucho más que un juego o un deporte. Es una razón de vivir, un sueño que se persigue a pesar de las circunstancias, es todo lo que importa cuando nada parece tener sentido.

Beth en el orfanato

La competitividad, la unión y el prestigio

El ajedrez cambiará la vida de la protagonista en muchos ámbitos, incluyendo el económico. También le permitirá forjar diferentes vínculos importantes para la historia. Ganar es la obsesión de Harmon, el único resultado aceptable cuando siempre ha perdido.

Ella tiene talento para triunfar y devoción para que su potencial se desarrolle al máximo. Algunos de sus oponentes se convertirán en aliados porque el deporte, más que una pasión personal, es bandera o estandarte nacional. Es un sentimiento colectivo que goza de un importante rol cultural.

El ajedrez es el camino a la gloria, pero también es el espacio para estrechar lazos y unir fuerzas. Incluso, para romper estereotipos y descubrir nuevos horizontes y otras formas de ver el mundo.

Ajedrez

El talento no es suficiente

La meta de Harmon es ganarle a los mejores. Para que esto sea una posibilidad, además de talento, compromiso y estudio, ella tiene que sortear distintos conflictos, como la perdida y las adicciones. En esta serie vemos la importancia de la amistad y de lazos personales necesarios para paliar la frustración, el duelo y la soledad.

En el orfanato Beth encuentra dos figuras importantes: una amiga y un mentor, sin ellos su vida sería otra. Luego, consigue una familia adoptiva y nuevas amistades, pero las adicciones y la pérdida siempre estarán latentes.

Las emociones no siempre juegan a favor de la protagonista, entonces el alcohol y otras sustancias adictivas, se convertirán en una suerte de escapatoria, pero también en una prisión, en un obstáculo. En una peligrosa carga que tendrá influencia en la toma de decisiones.

La frontera entre el placer y la falta de autocontrol se hace difusa, sobre todo, en la adolescencia y la juventud, cuando los estímulos son diversos y los hábitos además de resultar satisfactorios pueden convertirse en perjudiciales.

Crítica de Gambito de Dama

Las emociones y la tensión no faltarán en esta historia que logra captar el interés de sus espectadores de principio a fin. En fin, es fácil amar a Beth Harmon porque todos somos como ella en algunos aspectos.

Todos hemos sufrido pérdidas, todos hemos experimentado la soledad, todos tenemos pasiones que nos levantan cada mañana, todos tenemos algún talento (aunque tal vez en menor grado).

Y todos necesitamos conectarnos con otros y alejarnos de las adicciones que nos pueden arrastrar a un profundo abismo. Adicciones que, sin importar el nombre que tengan, esconden tanto placer como sufrimiento.

Esta crítica de Gambito de Dama, busca dar cuenta de lo que nos ha dejado la serie. Estamos convencidos de que es un gran acierto de Netflix y una de las mejores producciones del año.

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